4 AM – Ahí están los Clonazepam que me sobran desde el 2013. Hubo un tiempo que los tomé hasta para combatir el SPM, pero cuando le conté a un amigo que estaba tomándolos de ese modo me dijo que no fuera estúpida.

Él sabía que la palabra «estúpida» tendría gran poder sobre mí. Que me agacharía el moño de una y bajaría mi autoestima lo suficiente como para hacerle caso.

Estúpida, así me sentí cuando me explicó que el Clonazepam no es como tomar aspirinas, «se toma por tratamiento, el efecto es acumulativo, puede que ahora te sientas un poco mejor, pero sin control médico también podría ser que hasta quieras matarte por químicos residuales en tu cerebro».

Me preocupé porque los pensamientos suicidas son medios recurrentes cuando no me encuentro bien. No es que vaya a matarme, esto debo aclararlo, pero he repasado por mi mente los pros y los contras de decidir cuándo y cómo dejar de existir, ¿Qué tan justificado sería?

Dejé de tomar Clonazepam ese día, y me pregunto si aún habrán residuos del medicamento en mí. Quizás puedo culpar a ello la maldita ansiedad.