Estoy llorando y he llorado harto, pero no le he contado a nadie porque después la gente cree que una anda en la depresión y hueás así, que na que ver, porque en realidad sólo tengo pena. Pena, pena, pena. 

Melancolía, cachái? 

Vamos, decime, contame todo lo que a vos te está pasando ahora, porque sino cuando está tu alma sola llora. Hay que sacarlo todo afuera como la primavera, nadie quiere que adentro algo se muera. Hablar mirándose a los ojos, sacar lo que se pueda afuera para que adentro nazcan cosas nuevas. 

Creo que la verdad es que temo sentirme sola de nuevo. A veces me siento sola cuando escucho el eco de mi propia voz en la cocina, el baño. 

Mis gatas y el tortugo ayudan ene a que no me vuelva loca. No sé qué sería de una personalidad como la mía sin la existencia de la tecnología. Afortunadamente puedo llamar a mi madre cuando se me de la gana. 

Estoy feliz. Estoy bien, no es mentira. Pero la melancolía me choca en la madrugada, cuando sueño con gente que ya no está para mí. Todos ellos que se han ido sin que los eche. 

El recuerdo pesa, la añoranza me mortifica. 

Recuerdo haber estado en la cama junto al hombre que amaba pensando: cuándo se acabará esto? Sé consciente. 

Tomar consciencia de cada momento hermoso que quiero que permanezca en mi memoria es un ejercicio que suelo hacer. 

Recuerdo el techo, la luz ténue. Recuerdo los aromas, la sensación de paz que produce ver a quien quieres durmiendo plácido. Respirando profundo, viajando hacia su interior. 

Recuerdo haberme dado cuenta de que no obtendría más que eso: la contemplación de momentos de paz, pero no la prolongación de un todo. 

La prolongación, la proyección. Y entonces, tendría que contentarme con contemplar la proyección de mi «persona significativa» con otros. Con sus amigos, con su familia, jamás conmigo. 

He sido testigo presencial. He sido agradecida, y ahora soy ambiciosa. 

Nadie me quitará el derecho que tengo a sentirme tal cual quiero sentirme: parte de algo más grande y mejor que yo misma. Que yo sola.

Y ya he crecido bastante, pero no soy tan soberbia como para perder la fe. 

No quiero contemplar hueás, quiero vivirlas tal cual estoy viviéndolas ahora, que por mis lealtades estoy siendo retribuida, y gracias, gracias, gracias.